A lo largo de su historia solo en contadas ocasiones, y por las fechas en las que caía la Semana Santa, la feria más querida por los sevillanos no se celebró en abril, mes del que toma el nombre, sino en mayo. Actualmente, el recinto de los festejos cuenta con 450.000 m2 organizados en calles por las que se distribuyen más de 1000 casetas, entre privadas y oficiales.
Pocos saben que la Feria de Sevilla la fundaron allá por el 1846 un catalán y un vasco, ambos empresarios e instalados por negocios en la ciudad del Guadalquivir. Al principio duraba solo tres días y se trataba de una feria agrícola y ganadera. Poco a poco el carácter festivo fue ganando terreno hasta convertir el mercado agropecuario en un evento puramente social y festivo en el que se mezcla la gente común con famosos de todo tipo, desde actores hasta políticos así como muchos aristócratas.
La fiesta empezará el domingo primero de mayo con el tradicional alumbrao, en el que se encenderán miles y miles de farolillos que iluminarán la feria por la noche. Durante una semana la consigna es la diversión: al ritmo de las sevillanas se moverán los trajes de flamenca de las bailarinas; el pescaíto frito y la manzanilla no faltarán en las mesas de ninguna caseta, y los colores alegres de las flores adornarán los tablaos y los carruajes, único medio de transporte permitido en el recinto de la Feria.
(Yolanda Sabaté)
(Créditos de la imagen: Wikimedia Commons)